Jamás
lo voy a alcanzar, siempre está delante de mí. Negando la vergüenza que contrae
y que acredita el gesto más profundo que obtengo, mientras un remolino de ideas
brota y acaricia mi sendero eclíptico lleno de pensamientos. Todas las veces
que mi comportamiento rozo suavemente los sauces del Hades y absorbió ese aire
que abunda allí. Todas las veces que mis silencios amputaron tus ganas de hacer
florecer el espectro que duerme fuera de mí.
El error de refugiarme en las palabras crea la duda de lo correcto y lo
incorrecto. La verborragia como marca registrada siempre adelantándose a
cualquier gesto o modo. Por todas mis formas de llegar a este coágulo de músculos
perpetuados en la miseria humana, y la abolición de la gesticulación junto a
las palabras, perdón.
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