martes, 3 de diciembre de 2013

Monique


Entre lo esencial, lo hipnotizante, lo que atrae a cantidad innumerable de cosas, se disponen extensiones del mismo sujeto en cuestión, se expanden hasta atajar, atrapar entre ambas dos divisiones corporales al punto de llegar al encuentro con la expresión justa, memorable, atractiva, seductiva, sensual, etcétera.
En la parte inferior se divisa una puerta horizontal, recostada, entreabierta con alto contenido erótico pero sutil y con muchísima belleza en su poder excepcional y bello.
Más arriba, sobresale anatómicamente una extremidad con dos cavidades diseñada por quien sea a mano, basándose en la perfección inigualable.
Un poco más arriba se discierne el centro de atención; un número par, seductor, atrapante en las telarañas más perversas que un movimiento en falso y hará que la tarea del músculo vital del cuerpo deje de latir o en su defecto retumbar a infinitos de latidos por segundos. Faros que por significado eventual teóricamente llevan a no perderse, a distinguirse, al encuentro con el camino, pero en este caso es paradójico, contrario. Estos faros pueden llegar a desencadenarte en un sin fin de tragedias y abismos infernales con un movimiento en falso. Seguir recorriendo el sujeto en cuestión es necesario para toparse de lleno con el perfume de las lianas que conllevan a desordenar, a revolotear, a dejarse llevar por la situación y posar nuestras manos sobre ellas para penetrar y hundirse en los campos perfumados, suaves y brillosos para hacerlo transpirar de forma elocuente y sentirlo húmedo de pasión furtiva e irreverente.
De cuadro en cuadro me voy alejando hasta vislumbrar todo desde un ángulo lejano y prematuramente vuelvo a sentir los pasos en cada uno de sus terrenos antes mencionados.

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