De
repente un sonido grave se expandía en mí y lo siguieron al instante unos
golpes a tiempo. Solía creer que el fervor había pasado y que la juventud se
empezaba a expandir creando manchas borrosas que anualmente iría redescubriendo
con el paso del tiempo, pero la primera línea de voz coagulada en emoción,
embarazada de pasión me devolvió a tierra.
Estaba en mis senderos sembrados, en mi mejor adolescencia ya lejana.
¿Rencores?, ¿malestares? No, no es tiempo de delimitarse a palabras vacías y
reciprocas.
Mientras la agitación abrumaba y el telón frío de una mueca ajustada,
acostumbrada, volvía a abrirse para una nueva función, sobre aquellas
desgarradores confesiones de amor, calidez y valor renacía la ilusión, mi
ilusión.
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