Para: amigo.
A la tenue luz descubrió lo
que siempre tuvo a su merced.
Aquellas palabras ya no retumbaban malestar ni desprecio.
¡Triste cuero frente a la desdichada realidad!,
¡triste alma sacudida por la objetividad!
de lenguas de fuego en pos de la fraternidad,
la que nunca debió abandonar.
Hoy,
es un terrón húmedo de tanto despojar lágrimas,
es desplazado por ráfagas de recuerdos
que marchitan todas las flores de la pradera celestial
Sin igual,
sigue automatizado en la senda irracional
del orgullo del que tanto sufre y no logra
Escapar.
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