Una gota despistada de su vuelo fugaz esquiva mi paraguas y colapsa frente a mi mejilla, me hace dar cuenta de que todavía reacciono a estímulos en mi cuerpo, que no solo soy fracciones de carne amontonadas, encimadas una sobre otra. Me hace entender que es necesario levantar la cabeza, pero no deambula la idea de arrancar la raíz de ese espinal que cada vez que se acerca septiembre clava sus hermosas pero malignas espinas sobre mi. Deja crecer, mutar, florecer para luego generar la filosa punta y adentrar muy profundo.
Identidad, la carencia de plenitud donde se esbozan los primeros latidos, luego la duda para desembarcar en un torbellino espiritual.
Mi cuerpo vibra latiendo a destiempo, mis palabras se cruzan y contraen fervor y la tinta brota de los poros en busca de limpiar la espuma blanca que nace en la garganta y termina cayendo desde mi boca.
lunes, 23 de noviembre de 2015
Región ibérica
Me pierdo, miro al cielo y la frente que suda cada vez mas, miro alrededor y los transeúntes que abundan las calles con mucho frenesí. Miro el reloj y pasaron solo cinco minutos. Paso sobre umbrales muy angostos y una brisa llena de sombras y frío me desborda, lo siguiente es el sol estallando en mi frente, vuelvo a pensar que el infinito azul no debe estar muy lejos.
Te extrañaba sin haberte conocido, te conocí y te tuve miedo, pánico, te deje y a la media hora volví a tener terror, pero el miedo era por no saber si te volvería a cruzar, a charlarte, a indagarte. Una vez juntos te sentí plena a punto de partir, te sentí como si mis recuerdos y primeras palabras hubieran nacido allí. Esa cosa loca, rara, de creer entender que perteneces a un lugar, a un inmenso cuadrado pero que al penetrar otra región te sentís totalmente familiar, ameno con este inmenso campo de edificios verticales muy estrechos y rebosante de diversas culturas.
Región ibérica, donde por las noches solía volar demasiado alto, si no vienes a mi yo voy a volver a ir por vos.
Te extrañaba sin haberte conocido, te conocí y te tuve miedo, pánico, te deje y a la media hora volví a tener terror, pero el miedo era por no saber si te volvería a cruzar, a charlarte, a indagarte. Una vez juntos te sentí plena a punto de partir, te sentí como si mis recuerdos y primeras palabras hubieran nacido allí. Esa cosa loca, rara, de creer entender que perteneces a un lugar, a un inmenso cuadrado pero que al penetrar otra región te sentís totalmente familiar, ameno con este inmenso campo de edificios verticales muy estrechos y rebosante de diversas culturas.
Región ibérica, donde por las noches solía volar demasiado alto, si no vienes a mi yo voy a volver a ir por vos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)