A la necesidad de atravesar lo mundano con la personalidad buscada en cada soplo de respiración se tergiversa la novedad mostrando manchas de originalidad que se derriten sobre el campo cultural en fragmentos poco convencionales y subjetivamente cuestionables.
Cada melodía que brota de cada ser en este planeta es penetrada por lo cognitivo dejando de ser así algo totalmente objetivo, disipando la añeja educación que conlleva a muchas veces cuestionar y subestimar dicho esbozo de creatividad pocas veces alcanzada en un abrir y cerrar de ojos por cualquier ser emancipador de ideas.
La idea de formar pequeños senderos extremadamente distintos, paralelos, distanciados entre sí, recrea y forma un nacimiento sensorial totalmente ajeno a cualquier signo de caducidad, de cárcel auditiva y caja sin resonancia. Desde el formato de expresión es necesario aniquilar todo rastro de identidad cerrado y potenciar en pos de liberación la mente para aceptar las distintas maneras de llevar a cabo todo lo que encierra el máximo arte personal de cada ser en este mundo, para así generar más respeto, con el cual el mismo lleva a congeniar en sociedad armoniosamente.
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