Detrás del diáfano celeste
que entumece mis deshoras
cae el suplicio inherente
para atravesar mis formas.
Desbocado y sin aliento
perplejo y rendido
mis ojos miraban atentos
un cuerpo entumecido.
Dosis de miradas ajenas
sobrevolaban en mi puerto
sintiendo el fervor de cadenas
asumí jamas estar en lo cierto.
Día tras día seguir imaginando
un sendero eclíptico radiante
que trate de romper lo encriptado
que solía tener como estandarte.